Lo malo de hacerse mayor es que dejas de obsesionarte y de creer en cuentos de hadas. Lo bueno es que al crecer, puedes elegir seguir creyendo. Mario de las Dunas lleva toda su vida preparándose para encontrar a su princesa ideal. En su imaginación está claro : será dulce, risuena, valiente y nada le gustará más que sentarse a ver una peli infantil. Todo va bien, hasta que llega ella y le demuestra que, a veces, las princesas se pintan los labios de negro, llevan tatuajes, tienen una lengua afilada y prefieren clavarse alfileres bajo las unas antes que ver una peli de príncipes heroicos y princesas bobaliconas. Este es un cuento en el que la princesa no quiere ser princesa y el príncipe es quien espera a su amor verdadero. Un cuento para sonar, reír y llorar porque, a veces, los finales felices requieren no una, sino muchas batallas.
Lo malo de hacerse mayor es que dejas de obsesionarte y de creer en cuentos de hadas. Lo bueno es que al crecer, puedes elegir seguir creyendo. Mario de las Dunas lleva toda su vida preparándose para encontrar a su princesa ideal. En su imaginación está claro : será dulce, risuena, valiente y nada le gustará más que sentarse a ver una peli infantil. Todo va bien, hasta que llega ella y le demuestra que, a veces, las princesas se pintan los labios de negro, llevan tatuajes, tienen una lengua afilada y prefieren clavarse alfileres bajo las unas antes que ver una peli de príncipes heroicos y princesas bobaliconas. Este es un cuento en el que la princesa no quiere ser princesa y el príncipe es quien espera a su amor verdadero. Un cuento para sonar, reír y llorar porque, a veces, los finales felices requieren no una, sino muchas batallas.